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  • "Ilustrísimo don payo":Anastasio Pantaleón de Ribera en la lírica burlesca de sor Juana Inés de la Cruz
  • Fernando Rodríguez Mansilla

Considerado, en palabras de José Pascual Buxó, "el otro sueño" de sor Juana (en referencia al "Primero sueño"), el romance que empieza "Ilustrísimo don Payo" configura una de las muestras más tempranas del ingenio de sor Juana Inés de la Cruz. En tono alegre y eminentemente lúdico, una joven sor Juana pide al arzobispo de México que le dé el sacramento de confirmación tras haber estado al borde de la muerte a causa de unas fiebres y haber tenido visiones del infierno mitológico. Una alusión al poeta jocoso y culterano Anastasio Pantaleón de Ribera en las estrofas iniciales nos permite comprender que sor Juana ha asimilado la lección del madrileño en torno a la expresión cómica de la enfermedad en el contexto del poema áulico, así como su práctica de la mitología en clave burlesca. A sabiendas de esta tradición poética que la obra de Pantaleón encarna, sor Juana convierte lo que era un discurso de enfermedad inmoral (la sífilis) en un discurso lozano y juvenil, a la vez que bien meditado y erudito.

La poesía de Anastasio Pantaleón de Ribera contó con amplia difusión a lo largo del siglo xvii: contamos con cinco ediciones impresas (la primera de 1634 y la última de 1670), varios testimonios manuscritos y una extensa lista de referencias a su nombre, que se volvió leyenda (por su muerte temprana y su enfermedad), así como santo y seña del espacio académico. Incluso después de muerto, Pantaleón aparece mencionado en los vejámenes literarios, tanto peninsulares como americanos, en los que se representa siempre como un poeta agudo y de buen humor (Brown 77-83 y Méndez Plancarte 374). De forma que el poeta nunca perdió vigencia en el campo literario de su tiempo.

¿Qué rasgos caracterizan la obra poética de Pantaleón de Ribera? En primer lugar, su gongorismo, plasmado tanto en sus fábulas mitológicas como en sus usos sintácticos y léxicos. Tras ello, su condición de poeta eminentemente [End Page 275] académico, como autor de vejámenes (se le considera el mejor practicante de este género durante el Barroco) y animador de veladas literarias y certámenes poéticos. Finalmente, dos circunstancias vitales: su penosa enfermedad y su práctica profusa del discurso áulico, plasmado en poemas a sus patrones (el principal de ellos, el joven duque de Lerma) que configuran parte esencial de su obra. En torno a la primera circunstancia, el tema del mal francés configura en la poesía de Pantaleón una suerte de ciclo, el cual podría considerarse un exponente más de los cancionerillos de la sífilis en las letras españolas (Ponce Cárdenas 131). Considérese que las bubas de Pantaleón eran harto conocidas y que, inclusive, en los poemas que evocan su memoria nunca deja de mencionarse este asunto. En lo que respecta al patronazgo, Pantaleón rindió pleitesía a varios nobles que merodeaban la célebre Academia de Madrid para acrisolar su calidad a través de algún poeta paniaguado (Cruz 74-77). El poeta madrileño tuvo éxito en su cortejo a varios de ellos, pero especialmente con el nieto del famoso privado de Felipe III, el duque de Lerma. Este joven patrón, Francisco de Sandoval Rojas y Padilla, asumió el título de su abuelo en 1625, ya que anteriormente ostentaba el de duque de Uceda. Nuestro poeta se llamó su "criado" en varios poemas, dando fe de una relación de patronazgo consolidada y de largo aliento, que culminaría solo con la muerte de Pantaleón; se sabe que el joven duque le daba una pensión y hasta corrió con los gastos de su sepelio.

En este punto lo original de Pantaleón de Ribera reside en la confluencia de enfermedad y patronazgo: sus romances al duque de...

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