El año 1762 se considera el del inicio de la fase bélica más activa de la Guerra de los Siete Años. Este conflicto ha sido tildado como el primero con dimensiones globales, con ataques británicos exitosos en un solo año a Fort-de-France, Martinica (5 de enero), La Habana (6 de junio–13 de agosto) y Manila (24 de septiembre–6 de octubre). Su impacto sobre el ámbito caribeño y su trascendencia global ha llevado a considerarlo en los últimos años uno de los focos de interés para los investigadores (Mancini 2016). Aunque el poder naval debe considerarse como un factor determinante, los trabajos previos de espionaje fueron fundamentales para diseñar ataques anfibios efectivos y específicos para cada localización. Gracias a ellos, se pasó de campañas basadas en la cantidad de tropa participante, a propuestas mucho mejor planificadas a partir de las particularidades geográficas y las defensas existentes. El estudio de las campañas de espionaje por ingenieros militares es muy escaso, y centrado principalmente en ejemplos del siglo XVII (d’Orgeix 2005; Morales 2017), o en escenarios europeos para este conflicto bélico (Anklam 2012, 236–39). Otros estudios precedentes se han interesado en las labores de inteligencia previos a las campañas de la Guerra de los Siete Años, demostrando la importancia que supusieron durante los prolegómenos de los ataques (Kennett 1965). Esto se ha complementado con aproximaciones recientes sobre los medios y/o resultados de estas labores de inteligencia tales como mapas o informes, definidos como ‘intelligence objects’ (Mancini 2016, 40). Tal era la necesidad de tenerlos actualizados, que en el caso de Martinica parece claro que fueron varias las campañas de información hasta el ataque de 1762. Para estas fechas eran prácticas comunes, pero poco integradas en el esquema militar. Se desarrollaban en dos ámbitos: el cortesano a partir de la información de los diplomáticos (Muñoz Corbalán 2018, 124–25); y el local, liderado por el comandante de campo, siendo este el de mayor importancia táctica. Hasta ahora, el primer grupo ha sido abordado con mayor éxito, localizándose informaciones sobre movimientos de tropas, reclutamientos o planes bélicos para el ámbito europeo o global (Black 1987; Schumann y Schweizer 2008; Baugh 2011). Frente a esto, son pocos los estudios que han podido localizar información detallada sobre el segundo grupo, es decir, cómo se obtenía información de campo en el Caribe, aunque sí se ha escrito más sobre este problema en el Pacífico (Luengo 2013, 208; Luengo 2017; Flannery 2016, 475). Esta falta de información hace aún más relevante un trabajo que complemente el reciente interés por la Guerra de los Siete Años.

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El Caribe durante la Guerra de los Siete Años。El espionaje británico sobre las fortificaciones españolas y francesas

El año 1762 se thinka el del inicio de la fase bélica más activa de la Guerra de los Siete Años。Este conflicto ha sido tildado como elprimero conDimensiones globales, con ataques británicos exitosos en un solo año a Fort-de-France, Martinica (5 de enero), La Habana (6 de junio–13 de agosto) y Manila (24 de septiembre–6 de octubre）。Su Impacto sobre el ámbito caribeño y su trascendencia global ha llevado a Considerarlo en los últimos años uno de los focos de interés para losinvestigadores (Mancini 2016)。Aunque el poder Navy debe thinkarse como un factor determinante, los trabajos previos de espionaje fueron basices para diseñar ataques anfibios efectivos y específicos para cada localización。Gracias a ellos, se pasó de campañas basadas en la cantidad de tropa参与人，a propuestas mucho mejor planificadas a partir de las specialidades geográficas y las defensasexistentes。El estudio de las campañas de espionaje por ingenieros militares es muy escaso, y centrado principalmente en ejemplos del siglo XVII (d'Orgeix 2005; Morales 2017), o en escenarios europeos para este1223k9, o en escenarios europeos para este6239bé。Otros estudios precedentes se han interesado en las Labores de inteligencia previos a las campañas de la Guerra de los Siete Años, demostrando laimportancia que supusieron durante los prolegómenos de los ataques (Kennett 1965)。Esto se ha completeado con aproximaciones recientes sobre los medios y/o resultados de estaslabores de inteligencia tales como mapas o informes, definidos como 'intelligence objects' (Mancini 2016, 40)。Talera la necesidad de tenerlos actualizados, que en el caso de Martinica parece claro que fueron varias las campañas de información hasta el ataque de 1762. Para estas fechas eran prácticas comunes, pero poco integradas en el esquema militar。Se desarrollaban en dos ámbitos: el cortesano a partir de la información de los diplomaticos (Muñoz Corbalán 2018, 124–25); y el local、liderado por el comandante de campo、siendo este el de mayor importancia táctica。Hasta ahora，elprimer grupo ha sido abordado con mayor éxito，localizándose informaciones sobre movimientos de tropas，reclutamientos o planes bélicos para el ámbito europeo o global（Black 1987；Schumann y Schweizer；2000）。Frente a esto, son pocos los estudios que han podido localizar información detallada sobre el segundo grupo, es decir, cómo se obtenía información de campo en el Caribe, aunque sí se ha escrito más sobre este problema en el Pacífico（Luengo 2013, 208; Luengo 2017; Flannery 2016, 475）。Esta falta de información hace aún más relatede un trabajo que complemente el reciente interés por la Guerra de los Siete Años。